Un análisis integral, que abarcó el entorno familiar y escolar de los niños con dificultades de aprendizaje en lectura y escritura, evidencia que, en Bogotá, el 3,63 % de los menores padecen del trastorno de dislexia; pero la mayoría de sus padres no lo sabe.
El estudio de la Universidad Nacional, da pautas para detectarlo y manejarlo. Aunque en el país no hay datos confiables sobre este trastorno, se sabe que representa una de las principales causas de consulta durante la edad escolar. Expertos consideran que factores genéticos y aspectos como la pobreza pueden aumentar hasta en un 30 % el riesgo de padecer esta afección.
Un ejemplo del caso es el Liceo Gran Virrey, de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá. La rectora del plantel educativo, Norma Cardozo, advierte que “aunque ellos (dos niños estudiantes de 6 y 7 años), ya aprobaron sus cursos académicos de preescolar, no han avanzado porque siguen confundidos con las primeras cuatro letras que les enseñan en ese nivel educativo (M, P, S y N)”. Esto significa que no pueden asociar el sonido con la grafía que le corresponde. A esa edad, un niño debe contar con un conocimiento de la lectura y la escritura comprensiva para construir párrafos con sentido, explica.
Según la rectora Cardozo, los acudientes siempre entran en una etapa de negación: “no creen que sus pequeños tengan estos problemas, aducen que cuando ellos fueron estudiantes el proceso de aprendizaje fue lento y aprendieron con el tiempo”.
Esta situación, unida a la vulnerabilidad socioeconómica de la localidad, llevó a la neuropediatra Natalia Pardo, de la Universidad Nacional de Colombia, a realizar su trabajo de maestría sobre el tema; para ella, la dislexia es más frecuente de lo que se cree: “según cifras internacionales, entre el 15 % y el 20 % de los niños en edad escolar padecen trastornos de aprendizaje y 8 de cada 10 (en este grupo) sufre de dislexia”. Si nos acogemos a esta estadística, agrega, se podría concluir que en Bogotá hay casi 320.000 menores con esta alteración que no han sido diagnosticados”.
En el estudio se realizaron pruebas muy completas con escalas internacionales de inteligencia y lectura, que miden la fluidez en relación con la edad y el grado de escolaridad. Adicionalmente, se practicaron exámenes visuales y auditivos, también se entrevistó a padres y a maestros para conocer mejor los antecedentes de los estudiantes. Por último, se analizaron sus calificaciones y su situación socioeconómica, incluso les practicaron exámenes psiquiátricos para confirmar la patología.
Según la International Dyslexia Association, ésta “es una dificultad específica de aprendizaje cuyo orígen es neurobiológico. Se manifiesta en el aprendizaje de la lecto-escritura, presentando dificultades en el proceso lector, como también en la escritura y en la ortografía y, en general, con todo lo que tenga que ver con la decodificación de los símbolos que nosotros mismos hemos creado para nuestra comunicación (las letras y los números)”.
La mayoría de los estudios coinciden en que la dislexia se transmite de forma genética, y por ello, resulta muy frecuente encontrar en una familia a más de una persona con dislexia.
Confusión de los sonidos al hablar y al leer, de las letras al escribir, dificultad para aprender y repetir rimas y canciones, lentitud en el aprendizaje de nuevo vocabulario y problemas para memorizar secuencias (como los días de la semana) son algunos síntomas de la dislexia.
En busca de respuestas
En la muestra de los 220 estudiantes de segundo a quinto de primaria, el 52,4 % correspondía a niños. Para identificar la dislexia en algunos alumnos, se les realizaron pruebas de fluidez y comprensión de lectura, así como de cognición e inteligencia, a todos los niños.
Luego, se seleccionó a quienes presentaban bajo rendimiento escolar en áreas básicas como matemáticas, español, ciencias sociales y naturales; se cruzó esta variable con las pruebas de fluidez de lectura y la inadecuada comprensión oral, con respecto a la media de su curso; después fue necesario determinar su coeficiente intelectual.
A los estudiantes que mostraron rendimiento académico muy bajo y dificultad en la lectura, se les realizó una prueba cognitiva en forma de test, según explicó la neuropediatra Pardo, así se concluyó que la dislexia estaba presente en un 3,63 % de los alumnos, es decir que 8 de los 220 evaluados padecen este trastorno.
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