35 estudiantes de quinto de primaria de una institución educativa de Bogotá, utilizaron la factura del agua como herramienta didáctica para el aprendizaje de las matemáticas.
El proyecto que también busca generar conciencia ambiental, se titula “Los procesos de enseñanza y aprendizaje de la matemática escolar a través del estudio de los recursos naturales: proyecto de aula como dispositivo didáctico inclusivo e interdisciplinario” y fue presentado por Yeini Montes Valencia, licenciada en Educación Básica con Énfasis en Matemáticas, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
La licenciada explicó que “la iniciativa cumple con las dimensiones que debe desarrollar toda herramienta que quiera potenciar el pensamiento matemático, por lo cual se estudió el microcontexto, que es el recibo del agua; el mesocontexto, la relación del recurso hídrico en Bogotá; y el macrocontexto, que incluye las problemáticas en Colombia”, afirmó.
En qué consiste el ejercicio
La docente analizó con los estudiantes los datos que incluían la factura, el significado de las cifras, el objetivo de las barras que muestran el consumo de agua, entre otros. A partir de ahí, se le dio sentido a esos números, a través de operaciones matemáticas”, explicó.
De tal manera con la comparación, ejercitación, formulación y razonamiento (fases del proceso matemático establecidas por el Ministerio de Educación y que la docente puso en práctica en su clase), se propuso hacer entender a sus alumnos, lo que significaba un metro cúbico o un metro cuadrado de agua.
La licenciada reconoció que al principio hubo muchas tensiones en el colegio (que pidió no nombrar), pues compartía espacios con profesores que por muchos años han mantenido las mismas prácticas pedagógicas y no están abiertos al cambio. Por eso surgieron críticas sobre sus métodos; incluso decían que a los padres de familia les parecía muy raro que pidieran la factura del acueducto.
“Luego se dieron cuenta de que hay otra forma de enseñar, pero que no se atreven por miedo a que los estudiantes se les salgan de control. Paradójicamente el curso que yo tenía a cargo obtuvo los mejores resultados en las pruebas Saber”, reconoció la educadora.
Este proyecto también tenía un componente de inclusión, pues de los 35 estudiantes, cuatro eran invidentes y uno presentaba baja visión, por lo que en la primera fase se realizó un taller de fortalecimiento para que los compañeros integraran a los alumnos con discapacidad visual.
“Los mismos problemas que uno encuentra en los videntes se pueden presentar en los ciegos, pero además debe existir una adaptación del material para que puedan entender qué es una recta o las figuras geométricas. Entonces el problema lo tiene el sistema que no piensa en las diferentes necesidades”, aseguró Yeini Montes Valencia.
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