Un estudio realizado por expertos de la Universidad Nacional de Colombia determina que el 90,6 % de los colombianos acepta la donación de órganos, el 51% afirma que no donarían órganos de un ser querido fallecido porque podría tratarse de tráfico de órganos, el 37% no diría que es donante porque temen por sus vidas y el 49,53 % no asume la muerte cerebral como un hecho irreversible y equivalente de muerte.
Según explica el profesor Eyner Lozano Márquez, director del Grupo de Trasplante de Órganos y Tejidos Humanos de la U.N., la muerte en los seres humanos se da de dos maneras: cardíaca y encefálica. En el primer caso, la mayoría de personas comprenden que si el corazón deja de latir, la persona muere; pero en el segundo, se suele pensar erróneamente que es un hecho reversible.
Este hallazgo constituye un reto para los investigadores, ya que, históricamente, del total de trasplantes realizados en el país cada año, entre el 90 % y el 93 % se realizan con órganos de donantes con muerte cerebral.
Por eso, en opinión del docente de la Facultad de Medicina de la U.N., se debe aclarar la confusión entre esta condición, el estado de coma y el vegetativo, en los cuales se mantiene la actividad cerebral, aunque sea leve.
Según la Red de Donación, en la actualidad se reciben alrededor de 400 donantes al año, a quienes se les extrae al menos un órgano; no obstante, en lista de espera hay alrededor de 2.130 personas. Solo en el caso de riñón, el número asciende a 1.995.
Generación de confianza
Pese a que en Colombia, desde hace más de cuatro décadas, se practica el trasplante de órganos, con lo cual se ha consolidado un recurso humano cualificado, falta un buen trecho por recorrer en cuanto a cultura de la donación.
Otra de las razones para no avanzar es que si bien existe una buena actitud, los colombianos desconocen aspectos claves del proceso.
En la investigación también se destaca que la desinformación y el poco acceso a comunicación veraz han sido factores primordiales para perpetuar creencias erradas, mitos y actitudes negativas.
Según el profesor Lozano, el hecho de haber realizado trasplantes a extranjeros en los años ochenta y noventa ha llevado a pensar que se trata de una práctica frecuente, lo cual es falso.
Tal situación dio un giro de 180 grados con el Decreto 2493 de 2004, a través del cual se regula la obtención, donación, preservación, almacenamiento, transporte, destino y disposición final de componentes anatómicos y los procedimientos de trasplante o implante. “A partir del decreto, la prioridad es para los colombianos que más lo necesitan”, subraya el docente.
Dentro del estudio, las cifras más altas de negativa a la donación están en los estratos socio económicos bajos. El 11,4 % no donaría sus órganos antes de morir y el 11,6 % experimenta indecisión. En cuanto a los rangos de edad, las personas entre 18 y 34 años tienen mejor actitud, mientras que las negativas más altas están en los consultados de 45 años y los mayores de 55.
Respecto a las ciudades, los resultados más favorables se encontraron en Bogotá (88,24 %) y Medellín (77,40 %), mientras que la mayor negativa se reportó en Barranquilla (17,26 %).
Según los integrantes del grupo de investigación de la U.N., para mejorar la sensibilización en torno a donación y trasplante también es importante que desde las facultades de medicina se instauren cátedras. Hoy, estas solo existen en universidades como la Nacional, la Javeriana, la de Antioquia y la del Valle.
Asimismo, destacan que lo más importante es la iniciativa de los colombianos mayores de 18 años, de comunicar a su familia la decisión de ser o no donantes. Es esencial que ellos la comprendan, la apoyen y respeten, para devolverles la vida a los pacientes en lista de espera.
Deje su Comentario