Preuba: Las conductas agresivas y la desobediencia de los adolescentes pueden ocultar un trastorno de déficit de atención que nunca fue descubierto o bien tratado.
Cuando llegaron a consulta con el psiquiatra, Juan Felipe, de 13 años, y sus papás ya estaban al borde del desespero: ni ellos podían tolerar el comportamiento de su hijo, ni él una crítica más.
Juan, según sus papás, era agresivo con su mamá y su hermana, no cumplía normas andaba con amigos con «pinta de adictos y metaleros», era inestable emocionalmente, mentía todo el tiempo, desafiaba a los maestros y era pésimo en el colegio.
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