A este grupo de mujeres, 25 madres de familia de un colegio del sur de Bogotá, otra mujer les cambió la vida: una maestra voluntaria que les enseñó a transformar sus realidades con hilos y agujas. En Bogotá, ser mujer es sinónimo de trabajo y lucha incansable. Así lo demuestran ellas, las queridas estudiantes de los sábados de la profe Martha Lucía Ramírez.
En uno de salones del colegio Ciudadela Educativa de Bosa, donde normalmente los niños de primaria toman sus clases, se dan cita un grupo de madres que se convirtieron en las estudiantes más juiciosas de esta maestra de la educación oficial de Bogotá.
No asisten a clases de lenguaje o matemáticas, como sí lo hacen sus hijos en los días entre semana. Ellas se forman como artesanas y emprendedoras, mujeres que con hilo y aguja en mano sostienen a su familia con los negocios que nacieron en medio de los pupitres de un salón de clase.
¿Ni español ni matemáticas? Al menos eso creían ellas: el arte de elaborar y comercializar estos objetos decorativos necesita que ellas ejerciten sus habilidades matemáticas, además de las creativas formas para promocionar sus productos con un lenguaje atractivo y publicitario.
Manualidades para cambiar vidas
En el grupo hay 25 emprendedoras. Mujeres ‘hechas a pulso’, con fortaleza y un deseo imparable de salir adelante, quienes, aún ante las adversidades siempre encuentran una alternativa para entregar lo mejor de sí mismas a sus familias y a sus comunidades.
Cumplidamente, estas mamás se reúnen cada semana con el propósito de aprender técnicas de muñequería, tejido o foami; dar rienda suelta a la imaginación y poner a andar los emprendimientos que se convirtieron en el sustento de cada una de ellas.
La profe Martha les demostró a estas mujeres que “sí se puede”: aprender cada día sin importar la edad o las dificultades, encontrar talentos jamás pensados y transformar una realidad económica con el trabajo elaborado con sus propias manos.
Cargadas de emociones, las madres del colegio Ciudadela Educativa de Bosa emplean un sin número de palabras para referirse a este espacio de formación. “Es una terapia, una oportunidad y una segunda familia”, aseguran.
Este grupo es uno de los cerca de 3 mil proyectos de transformación de realidades que la educación oficial de Bogotá apoya, donde la idea es la misma que tienen estas madres emprendedoras: “Ser parte, tomar parte y sentirse parte de algo”.
En el colegio, aprendieron a coser sus sueños y han logrado sacar adelante las ventas de sus productos. Saben que con sus manos construyen nuevas oportunidades para el futuro y esperan seguir creciendo y fortaleciendo esa independencia.
Como un homenaje a estas mujeres que ahora tienen el poder para transformar su realidad, tres de ellas nos cuentan su historia en sus propias palabras: la profe Martha y sus estudiantes Edilma y Yadira.
Martha: la profe voluntaria, la mujer líder
Luego de dictar clases a los estudiantes de primaria, la maestra enseña los sábados y de manera voluntaria a las mamás del colegio Ciudadela Educativa de Bosa. Para Martha Lucía Martínez, una mujer creativa, dedicada y comprometida, vale la pena cada segundo invertido en empoderar a las mamitas de esta institución con la formación en un oficio que les permite generar sus propios ingresos.
Las manualidades siempre han sido parte de mi vida
Desde que era una niña, veía a mi mamá haciendo cosas como el croché y el macramé. En el colegio aprendí las puntadas y otras técnicas de modistería infantil y pintura. Ahora, con las revistas e internet, puedo profundizar mucho más y compartirlo con las mamás de mis estudiantes. Todo el tiempo estoy buscando técnicas nuevas para seguirles enseñando a mis estudiantes.
Cuando era pequeña quería que me regalaran un oso de peluche
El día que cumplí 15 años tenía la esperanza de que ese fuera uno de los regalos, pero lo cierto es que nunca nadie me lo regaló. Entonces, cuando salí de estudiar bachillerato, decidí hacer unos cursos de muñequería y aprender hasta que, por fin, ¡hice mi propio muñeco!
Les abrimos las puertas del colegio a las madres
Y los resultados han impresionado a toda la comunidad. Con ferias y exposiciones cada vez más personas conocen el trabajo manual que surge de estos pequeños negocios que nacieron aquí en el taller de clase.
Cada una de estas mamás tiene una historia increíble
La mayoría son madres cabeza de hogar, algunas están muy enfermitas pero aquí están ‘colocando el pecho’ y saliendo adelante, otras les ayudan a sus esposos en trabajos difíciles como la construcción. Es un grupo muy bonito y comprometido, siempre están aquí deseando aprender más.
Es como todo: ¡el estudiante supera al maestro!
Ahora ellas están más que preparadas para seguir con el trabajo y enseñarle a otras personas. Eso solo demuestra que este esfuerzo ha valido la pena, incluso cuando he debido dejar esas horas a mi familia los sábados, para compartir con ellas, que son como mi segunda familia.
Yadira comprobó que… ¡nunca es tarde!
Luisa, la hija menor de Blanca Yadira Rincón, es estudiante de la profe Martha, al igual que su mamá. Sonriente, recuerda los muñecos que nacen sobre la mesa del comedor de su apartamento, que en horas de la tarde se convierte en un taller de arte.
Puntada tras puntada, Yadira entendió que a la hora de cumplir los sueños no importa más que el deseo y la convicción de hacerlos realidad, como lo comprobó teniendo su propio negocio y además, terminando el bachillerato, producto de la motivación que le produjo ser parte de este grupo de mujeres.
Cambié los trapiches por las telas y las tijeras
Yo soy de Tocaima, vengo del campo y siempre trabajé en el proceso de producción de la panela. Era muy duro, porque empezaba a las 4 de la mañana y nunca tenía horario de salida. Ese sí es un trabajo ‘pa’ machos’, pero gracias a eso saqué a mis hijos adelante, siendo madre cabeza de familia.
Gracias a estas clases, decidí estudiar el bachillerato y ya me gradué
¡Lo logré! Solo había estudiado primaria y hacer parte de esta iniciativa me dio la fuerza y el empuje para tomar la decisión e inscribirme. Con esta motivación ahora pienso que también podría estudiar una carrera, como psicología, que me llama mucho la atención.
Este proyecto transformó mi vida
A muchas mujeres nos pasa que hay un momento en que pensamos que la vida se nos pasó y no hicimos nada. Por eso, cuando me quedaba en la casa sin hacer algo productivo estaba desesperada, en cambio ahora sé cuáles son mis habilidades y cuál es el valor de mi trabajo. Además, la gente reconoce lo que hago y eso también es alimento para el alma.
Lo mejor de ser mi propio jefe es que puedo estar permanentemente con mis hijas
Nos acompañamos: mientras yo trabajo, ellas están haciendo las tareas, y cuando terminan me ayudan. Eso también es una experiencia bonita, un espacio para compartir que me da la tranquilidad de no dejarlas por irme a trabajar.
Cada día quiero aprender algo nuevo
Soy una mujer muy inquieta y me gusta trabajar. Cuando veo las cosas tan bonitas que hacemos con mis compañeras me motivo a hacer mi labor cada vez mejor.
Edilma, una mujer hecha de tenacidad
De cariño le dicen Quilinda. En Edilma Suárez, su tenacidad y fortaleza sobresalen a flor de piel, incluso cuando deja escapar algunas lágrimas al recordar la difícil enfermedad que ha sorteado con entereza durante los últimos años.
Cuando el proyecto inició éramos muchísimas mamás
Todas teníamos la curiosidad, la ilusión y el ánimo para empezar de inmediato. Era una experiencia totalmente nueva, porque aunque en el colegio a las mujeres siempre nos tocaba aprender manualidades, nunca antes me había nacido hacerlas.
Ni después de tres cirugías, me ha faltado el ánimo para volver al colegio
Era el 2009 y en ese momento estaba atravesando un momento muy difícil por problemas de salud. A veces tenía que ausentarme por las quimioterapias, pero nunca me ausenté los sábados en las mañanas para seguir aprendiendo.
Además de ser la profesora, Martha es una amiga para nosotras
Con ella aprendí a coser, a pegar el ojo de un muñeco, por no mencionar los centros de mesa, los cuadros o los ‘cortineros’. Es la forma en que nos explica y el ánimo, el interés y el amor con que enseña, lo que nos hace tan cercanas.
Nunca pensé que podía hacer algo con mis manos y, además, ¡ganar con ello!
Gracias a esta experiencia, ahora hago manualidades y obtengo el dinero para subsistir y para pagar las cosas que necesitan mis hijos. Vendo casi todos mis proyectos e incluso hago rifas. Ha sido una ayuda impresionante.
Este proyecto es un beneficio económico, emocional y psicológico
Es mi mejor terapia. Sé que obtengo una retribución en dinero, pero en realidad lo hago por mí: me ayuda a sentirme mejor. Además, es un espacio para compartir, aprender, ser creativa y sentirme querida y parte de un grupo de valiosas mujeres.
Por Diana Corzo Arbeláez
Fotos Julio Barrera
BUENAS TARDES ME INTERESA LO QUE USTEDES ENSEÑAN COMO NO TIENEN UN NUMERO PARA COMUNICARLES Y NO SE EN DONDE QUEDAN UBICADO YO VIVO EN BOSA LAURELES ESTES ES MI NUMERO 3212681351 ESPERO RESPUESTA GRACIS
x favor quiero aprender con ustedes donde las puedo ubicar x favor escribirme y dejar numero para comunicarme con ustedes gracias .