Nació en la población de Fusagasugá, en 1860. Fue furibunda fanática del partido liberal, profesora; en medio de la violencia partidista, le fusilaron su hijo públicamente casi que en sus brazos; viajó a Bogotá, allí se hizo amiga de las prestantes familias capitalinas y, sobre todo, de las damas de sociedad con las que departía en las tardes un chocolate con colaciones.
Ella caía muy bien por su forma de expresarse, conocimientos y misteriosamente, porque en muchas oportunidades se anticipaba prediciendo acontecimientos que luego sucedían con lujo de detalles. Era fiel seguidora y admiradora del General Uribe Uribe de quien predijo su muerte, circunstancia que terminó por desatar su locura total ya que prácticamente fue testigo del hecho. Se hizo amiga de otro loquito famoso, El Negro Chivas, con quien se encontraba sagradamente, todas las tardes en el frío ocaso bogotano donde hoy reposa la estatua a Minerva en la biblioteca Luis Ángel Arango; con él visitaba los más famosos cafés y discutía de política con los aparecidos.
Vivió humildemente en una casita de su propiedad en extenso terreno, donde albergaba a personas de baja condición social entre albañiles, obreros, prostitutas y vagos que se disputaban el derecho de darle siempre algún alimento por su bondad al acogerlos; siempre se le vio descalza en la ciudad, pero cuentan que en su piecita, se le veía una hilera de zapatos nuevos de color rojo bordeando la pared, todos regalados por sus amigas de tertulias; pese a su humilde condición siempre lucía limpia; ella tomaba un baño diario al lado de las agüateras más conocidas de la historia, entre las que se encontraba Petronila en el Chorro de Quevedo; luego del baño, se daba a sus paseos por las calles, portando una especie de bolsa donde siempre llevaba consigo las escrituras de su propiedad.
Margarita se hizo famosa por el discurso que expresó justo la tarde del atentado al General, de ahí en adelante sería la más certera pregonera, provocadora y convocadora de masas del partido liberal en plena vía pública; de ahí nació su habitual grito de combate a mandíbula batiente ¡Viva el partido Liberal!. Murió en Bogotá en 1942, a los 82 años de edad.
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