“Alguna vez, para consolarse, él había dicho: “Rosa, es absurdo traer niños a este mundo de mierda.” Pero no lo pensaba en serio. Él, tanto como ella, quería criar niños en este mundo de mierda. Quería jugar con ellos en los parques de este mundo de mierda.”
Hay errores que un borracho nunca debe cometer. Como, por ejemplo, tomar un taxi cualquiera de la calle, pensando que llegará tranquilamente a su destino.
Eso lo sabe bien Alberto, un hombre de vida normal a quien las angustias de su mala situación económica lo involucran de pronto en el peculiar negocio de los borrachos, una de las tantas sorpresas que depara la ciudad de Lima. Alberto, junto con otros taxistas, obtiene ingresos suplementarios recogiendo pasajeros ebrios y somnolientos, y vendiéndolos luego en distintos huecos a otros ladrones, donde los desvalijan.
Tan lucrativas andanzas cambian su surte, pero pronto tendrá que enfrentar a Rosa, su mujer, una policía motorizada, que avizora un futuro de zozobras y crecientes peligros.
Recreando una atmósfera opresiva de ciega brutalidad, Fernando Ampuero, con el humor ácido y el ritmo de su prosa rápida y seca, nos entrega nuevamente una historia apasionante y un lapidario retrato moral del Perú contemporáneo.
«Hasta que me orinen los perros», como las novelas anteriores de Ampuero, «Caramelo verde» y «Puta linda», vuelve al asunto de los difíciles avatares que demanda la supervivencia en el país y cincela una vez más una historia de amor y tragedia que completa lo que el autor llama “mi trilogía callejera de Lima.”
Ampuero estuvo de paso en Bogotá el pasado fin de semana y participó en el Festival más picante de Bogotá, el Malpensante, en el colegio Anglo Americano al norte de la ciudad.
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