Hace 10 años, un alarmante comunicado divulgado por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, de Estados Unidos, anunció la suspensión de una parte del estudio Women’s Health Initiative, tras encontrar un incremento del riesgo de cáncer, enfermedad coronaria, trombosis y tromboembolismo pulmonar en las mujeres participantes a quienes se administraba una terapia hormonal a base de estrógenos y progestágenos.
La prensa mundial hizo eco del comunicado, y como resultado miles de mujeres en todo el planeta abandonaron súbitamente la terapia que tomaban para el control de los síntomas de la menopausia.
Gran cantidad de productos alternativos salieron al mercado al tiempo que la terapia de remplazo hormonal caía en desuso. Una década después, sin embargo, muchos estudios han sido realizados para confirmar las afirmaciones del WHI. La conclusión, avalada por las principales asociaciones de menopausia de todo el planeta, es que la falta de hormonas durante la menopausia incrementa el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, síntomas urogenitales y osteoporosis.
La Dra. Isabel Jáuregui, ginecóloga y miembro de la Sociedad Mundial de Menopausia, dice que luego de publicados los resultados del estudio se ha cuestionado su validez, debido a fallas en la selección de la muestra: “El promedio de edad de las mujeres que tomaron parte en el WHI era de 65 años, es decir, 15 años después de que las mujeres iniciaran la menopausia. Por eso no se beneficiaron de la terapia hormonal. Pero de ninguna manera se puede culpar al tratamiento por los efectos adversos que se observaron”.
De hecho, apunta la especialista, en las pacientes que tenían alrededor de 50 años los resultados fueron muy distintos: “Evidentemente, si se empieza a tratar a una mujer cuando tiene 65 años, el daño ya está hecho, su cuerpo tiene más de una década deteriorándose por la falta de las hormonas que son fundamentales para la salud del corazón, los huesos y el sistema nervioso. En cambio, si se le da a una mujer sana, se le podrá mejorar su calidad de vida durante muchos años y tendrá un envejecimiento mucho más saludable”.
Incluso, aunque en esa oportunidad se asoció la terapia con una mayor incidencia de cáncer de seno, para la Dra. Jáuregui, no se puede afirmar que el número de casos haya disminuido gracias a la interrupción del tratamiento: “Cuando uno le formula terapia hormonal a una mujer lo primero que hace es pedirle una mamografía. Si tiene nódulos sospechosos, esa paciente recibirá diagnóstico y tratamiento temprano, y seguro no se va a morir por ese tumor. Pero si no está tomando nada, de pronto se descuida y se le descubre la enfermedad más tarde, cuando tiene menos posibilidades de salvarse”.
La terapia de remplazo hormonal se ofrece a las mujeres a partir de los 50 años para aliviar los síntomas asociados al climaterio, como los bochornos, la sudoración nocturna, el insomnio, la resequedad vaginal y la irritabilidad. Además, ha demostrado tener un efecto protector en el corazón y los huesos, puesto que los estrógenos son esenciales para la circulación y la fijación del calcio.
Estas recomendaciones están avaladas en estudios científicos recientes. En dos investigaciones publicadas en 2011 en las revistas American Journal of Epidemiology y Menopause, los expertos hallaron que las mujeres que habían interrumpido la terapia de remplazo hormonal tenían muchas más posibilidades de sufrir fracturas que quienes la tomaban regularmente. Y otro estudio reveló que las pacientes que seguían el tratamiento eran menos propensas a morir por enfermedades del corazón que quienes no lo hacían.
Esta protección es especialmente importante por cuanto la osteoporosis se considera una epidemia mundial. Según cifras de la Fundación Internacional de Osteoporosis, esta enfermedad afecta a más de 200 millones de mujeres en todo el mundo y provoca una fractura cada tres segundos. Además, de acuerdo con proyecciones del organismo, de 1990 a 2050 el número de fracturas de cadera en Latinoamérica habrá aumentado en un 400% en la población de 50 a 64 años, y 700% entre los adultos mayores de 65.
Asimismo, la OMS alerta que las dolencias cardiovasculares son la principal causa de muerte de las mujeres de edad avanzada.
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