En un futuro, Bogotá podría quedarse sin agua suficiente para suplir las necesidades de sus habitantes. Así lo concluyó un estudio realizado por el Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central. Los investigadores aseguran que la provisión de agua en la capital colombiana depende cada vez más de sistemas naturales vulnerables al cambio climático, cuyo recurso hídrico puede agotarse.
Como ocurre con las grandes urbes del planeta, Bogotá se fundó, en parte, gracias a la oferta hídrica que existe en su entorno. A su vez, el crecimiento de la ciudad se debe en gran medida a las intervenciones que se han hecho en ecosistemas estratégicos y a una infraestructura hidráulica que ha permitido transportar el agua desde grandes distancias.
El estudio “Efectos del cambio de cobertura vegetal y del cambio climático en el abastecimiento de agua para Bogotá – Región”, de dónde se desprenden estas conclusiones, tuvo la participación de Rodrigo Marín y Cristian Díaz, profesores del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central, quienes conforman el grupo de investigación Agua y Desarrollo Sostenible. El trabajo fue realizado en colaboración con la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
“Bogotá pertenece a la cuenca del Magdalena pero, para suplir parte de la demanda hídrica, consume agua de la cuenca del Orinoco. A esto se le conoce como trasvase de agua y podría afectar la sostenibilidad hídrica de esa región. Tan grave como esto resultan las pérdidas aproximadas del 40,1 %, que se dan por conducción, almacenamiento en tanques, ruptura de redes y el hurto por acometidas clandestinas”, explica Rodrigo Marín.
A estas causas se suman la desviación y regulación de caudales, la apropiación de reservorios que, territorialmente, son jurisdicción de otros municipios, un consumo facturado per cápita de 96 litros diarios por habitante, y la descarga de un agua residual poco tratada y con reducida calidad para cualquier uso en las cuencas media y baja del río Bogotá, según lo afirma el estudio, que concluye afirmando que la capital colombiana tiene un metabolismo hídrico insostenible.
La investigación plantea los principales problemas en la gestión y uso que los bogotanos hacen del agua y asegura que aunque la capacidad técnica, tecnológica, de infraestructura y recursos que posee la ciudad le ha permitido abastecer a sus habitantes y a los municipios circunvecinos (Soacha, Chía, Calera, Cota, Funza, Mosquera, Madrid, Gachancipá, Tocancipá y potencialmente La Mesa y Anapoima), esta provisión no solo resulta vulnerable por los efectos del cambio climático, sino también por el crecimiento desmedido de la demanda, asociado al crecimiento de la población.
“El reto urbano de la gestión del agua para 2025 exigirá la adecuada coordinación entre los gobiernos municipales para que las posibilidades de suministro confiable atiendan las respectivas dinámicas urbanas, así mismo, para que se materialicen proyectos de descentralización del abastecimiento individual o bajo asociación de municipios, que reduzcan la vulnerabilidad de los usuarios. Pero principalmente, la ciudad del futuro y su área metropolitana deberán obedecer las leyes, principios y dinámicas de la naturaleza, anteponiéndolas a las decisiones políticas y a las proyecciones económicas”, afirma Cristian Díaz.
Las conclusiones de este estudio y otros desafíos ambientales serán abordados en el VII Foro Nacional del Agua: «la pobreza del agua, soluciones en momentos de crisis», cuyo nombre es precisamente una alegoría a la gestión poco estratégica que se hace de este bien común. El evento, organizado por el Departamento de Ingeniería Ambiental y el grupo de investigación Agua y Desarrollo Sostenible de la Universidad Central, tendrá lugar el 25 y 26 de septiembre, y tiene como objetivo aportar propuestas de políticas públicas que contribuyan a mejorar la situación hídrica de la ciudad y del país.
Deje su Comentario