Entrenar un piloto de combate tendría un valor incalculable si todas las prácticas se realizarán en los costosos aviones reales. Sin embargo, la empresa CDM, Control de Movimiento, ha creado simuladores para que los pilotos de las fuerzas aéreas del continente se entrenen en los aspectos básicos reduciendo notoriamente el valor de este entrenamiento.
Un curso de piloto comercial se aproxima a los 70 millones de pesos, dependiendo del tipo de aeronave de destino, pero uno de piloto militar sobrepasa los 200 millones de pesos, porque el entrenamiento es permanente a través de cada uno de los grados de ascenso y cada día aparecen nuevos desarrollos en materia de intercepción, búsqueda, escape, ataque en el aire, ataque al suelo o a superficies de interés táctico.
El ingeniero Héctor Londoño, ha venido trabajando con expertos en la física del movimiento de la Universidad de los Andes, en Bogotá, para crear un simulador perfecto, con la silla adecuada, la pantalla exacta y los amortiguadores (servomotores) sobre los que se sostiene la plataforma, donde se recrea el movimiento de un avión en decolaje o arribo a cualquier pista (corta, pavimentada, destapada, tipo carretera veredal, etc).
Pero los pilotos también tienen la sensación de ascender en forma abrupta hacia un objetivo por encima del techo tradicional, o descender en picada entre montañas para alcanzar un objetivo escondido en la selva o en una playa marina rodeada de arrecifes.
“En la base aérea de Palanquero se han creado casos virtuales que parecen reales, como el ataque a una lancha que escapa en medio de las olas, la persecución a una avión que vuela a ras del suelo para no ser detectado por los radares, son situaciones que hielan la sangre y exigen al piloto tranquilidad, pulso y puntería”, señala Londoño en medio de las explicaciones de los simuladores colombianos.
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