A propósito del cambio o rebautizo de nombre del Aeropuerto Eldorado, que en dos ocasiones el Congreso de la República ha modificado en los últimos meses. En primer lugar, creo que nunca debieron haber tocado el nombre, en razón a hacerle uno más de los miles de merecidos homenajes que se hacen con cierta periodicidad al patricio liberal, Luis Carlos Galán, personaje político inmolado en una época aciaga en el que el narcotráfico todo lo asolaba y todo lo destruía.
Pretendió el Congreso unirse a la coral, como en efecto lo hizo, cambiándole el nombre de Eldorado, sin un análisis técnico y fiscal, por el de Luis Carlos Galán Sarmiento; con tan mal efecto en la ciudadanía, que no informada suficientemente, reaccionó en contra de esa realidad jurídica, no por el doctor Galán y su familia, sino por la pérdida de uno de sus más insignes valores y sumado a esto, los elevados costos económicos que la medida le ocasionaba a las finanzas del Estado; Eldorado no es un simple nombre, es un símbolo nacional con el que nos conoce el mundo aéreo, empezar a posicionar otro, en los actuales momentos de los TLC, era a todas luces inconveniente.
En su momento el Presidente Santos objetó la Ley, pero la Corte Constitucional le dio el aval. Por esa y otras razones, la célula legislativa optó por enmendar el error y tramitó otra Ley, la 1529 de 2012, en donde se le dejaba el nombre inicial pero se agregaba el de Luis Carlos Galán Sarmiento. El Aeropuerto pasó a llamarse: Aeropuerto Internacional El Dorado, Luis Carlos Galán Sarmiento. Hágame el favor la retahíla.
Hecha la nueva ley los legistas incurren en un nuevo error, pues el nombre inicial del Aeropuerto es Eldorado, unido, pero los Congresistas resuelven, tal vez por descuido, despegar la palabra, es decir convertirla en dos: El Dorado. Aunque parece una cosa trivial que si bien no afecta la carta de navegación área, el cambio es de unas proporciones de improvisación bárbara. Es más, los proponentes del cambio tampoco debieron estudiar los antecedentes del nombre primario del Aeropuerto. Que dicho sea de paso obedece a un estudio que en su época el dictador Rojas Pinilla le encargó a un grupo de intelectuales, quienes después de un razonado análisis, resolvieron sugerirle al General Rojas, el bello nombre de Eldorado.
Yo creo que al Doctor Galán Sarmiento se le ha hecho en el país, infinidad de homenajes para honrar su memoria; decenas de plazoletas principales de ciudades y pueblos llevan su ilustre nombre, colegios, avenidas, puentes, bibliotecas, cátedras, asociaciones, casas culturales, en fin muchos, cientos de cosas y lugares comunes.
Este hecho, sin que los dos tengan nada que ver, a no ser por la importancia de los próceres en el devenir político de los colombianos, me hace recordar que en la administración pasada se le quitaron ciertos privilegios de los que gozaba la familia de Jorge Eliécer Gaitán, pues a pesar de que ese hecho luctuoso pasó hace más de seis décadas, las nuevas generaciones continuaban indemnizando el fatídico hecho.
Ningún presidente se había atrevido a suprimir los inmensos recursos que cada año salían del presupuesto nacional con destino a una Fundación que nunca avanzaba en la construcción del que finalmente se convirtió en un faraónico proyecto cultural.
Hoy afortunadamente esos bienes los administra la Universidad Nacional. Ya se imaginarán los compatriotas la tremenda reacción de la familia Gaitán; especialmente de doña Gloria, que quiso internacionalizar el asunto pidiendo asilo político en Venezuela, refugio que el gobierno de Hugo Chávez le otorgó. Si bien los colombianos seguiremos rindiendo justo homenaje a la memoria y al pensamiento del doctor Gaitán todos los 9 de abril; la deuda, la económica, quedó saldada. Ojalá no se le ocurra a otro padre de la patria proponer cambiarle o agregarle un nombre diferente a la Plaza de Bolívar.
Finalmente, como el Congreso, por la complejidad legal que esto representa, acordémonos que somos un país santanderista, seguramente tendrá que tramitar una nueva ley aclarando si el nombre de Eldorado, es así, o El Dorado separado, evento que se podría aprovechar para suprimirle el de Luis Carlos Galán; por lo que he escuchado la familia Galán está de acuerdo. Además, de ahorrarse al país una millonaria suma y unas implicaciones a nivel de la aeronavegabilidad mundial.
Opinión: Luis Guillermo Blanco O.
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