Un estudio realizado con 153 niños de diferentes colegios de Bogotá y el municipio de Chía, determinó que el uso cada vez mayor de tabletas, Smartphone o videojuegos por parte de los niños, influye en la forma como los infantes en etapas tempranas de desarrollo cambian sus prácticas de juego y adquieren habilidades motoras gruesas y finas.
Es que, en esta época, los menores de edad utilizan equipos tecnológicos la mayoría del tiempo, sin control de los padres o responsables, lo cual modifica la forma en que desarrollan y perfeccionan sus destrezas motoras y ejecutan movimientos. Esto podría dificultar su desempeño académico en la realización de actividades de equilibrio, cálculo y escritura.
Según Angélica Alarcón, magíster en Neurociencias de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), lo normal es que los niños primero desarrollen sus habilidades motoras gruesas, es decir, movimientos de hombro, codo, cadera y rodilla, y después la motricidad fina, relacionada con la coordinación de movimientos finos y precisos.
“Los juegos son una oportunidad para que las habilidades motoras, sociales y cognitivas se desarrollen de forma adecuada. Con el avance tecnológico cada vez son más los juegos que demandan habilidades finas y coordinación, lo que implica que los menores se salten etapas de desarrollo”, explica la neurocientífica.
Precisamente, Angélica Alarcón, adelantó un estudio para determinar cómo el Trastorno de Desarrollo de la Coordinación (TDC) afecta el desempeño escolar en una muestra de población infantil y adolescente de 7 a 16 años de edad.
Este trastorno de aprendizaje motor se caracteriza por una dificultad en la adquisición y realización de habilidades perceptivas y motoras al realizar movimientos coordinados y precisos; además, los niños presentan bajo tono y debilidad muscular y baja resistencia. Cuando llegan a los colegios les exigen habilidades que ya deberían haber adquirido, pero lo cierto es que no están del todo fortalecidas. Esto impide una adecuada ejecución de las actividades escolares, teniendo en cuenta las demandas del contexto, lo cual genera frustración, evasión y dificultades de socialización en los niños.
Más parque, menos videojuegos
En promedio, los niños solo salen los fines de semana una o dos horas al parque con sus padres y, así, dificulta la realización de actividades con demanda motora gruesa, como correr y saltar. Por tanto, presentan baja estabilidad articular a nivel proximal, es decir, poca firmeza en caderas y hombros; además, les resulta difícil asumir una posición y mantenerla, y los estímulos externos afectan el equilibrio.
“Los niños son generalmente remitidos a terapia y en el consultorio nos damos cuenta que no solo tienen dificultades de atención y concentración, también presentan dificultades de resistencia y debilidad. Con base en los reportes de profesores, los niños no resisten un dictado de dos minutos, se ven incapaces de seguirle el ritmo al docente y les cuesta acoplarse a los niveles de exigencia. Esto se presenta por la debilidad y dificultad en la realización de movimientos finos y gruesos, necesarios para responder a estas demandas, que no se desarrollan por la poca actividad física realizada y se reemplaza con elementos tecnológicos”, puntualiza la experta.
Frente a esta situación, se recomienda que los niños desde etapas tempranas realicen actividades motoras gruesas, practiquen deportes y disminuyan el uso de dispositivos tecnológicos. Esto también incluye a toda la familia y el ambiente escolar.
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