Concejales de la capital de la república volvieron a hablar del no seguimiento del Distrito a las sugerencias de sismo resistencia para las nuevas construcciones, de la normatividad existente obsoleta, y que se debe considerar a Bogotá en una zona intermedia de amenaza sísmica media y alta. Los cabildantes expresaron con argumentos sus preocupaciones al respecto.
El concejal Celio Nieves recordó que el último sismo destructor en Bogotá ocurrió el 31 de agosto de 1917, posteriormente en 1967 hubo otro de menor magnitud pero con afectaciones en infraestructura y algunas pérdidas de vida. Según algunos expertos ocurren sismos destructores en promedio cada 100 años.
Agregó el cabildante que de las 2’300.000 edificaciones que hay en la capital del país, 1’058.000 estarían expuestas a sufrir años entre severos, fuertes y considerables ante un sismo. “La política pública de salud no está preparada para atender una emergencia de esta índole, y que el presupuesto de diez mil millones de pesos asignado para atender una emergencia por sismo no es suficiente, se requiere de un fondo para tal fin”, propuso el concejal Nieves.
Finalmente preguntó a la Administración ¿qué seguimiento se les hace a las construcciones? Afirmó que la normatividad sobre construcción es obsoleta porque no estable procesos de control. “Todo queda en poder de los curadores que dan las licencias sin hacerles seguimiento a las construcciones”, expresó Celio Nieves.
“Curadores urbanos: lavadores de licencias de construcción”
El concejal Álvaro Argote, propuso que todas las construcciones en Bogotá sean legalizadas para poderles hacer reforzamiento y empezar a controlar que todas cumplan con la sismo resistencia, se requiere una cultura sistémica de la protección sísmica, la cual debe inculcarse desde la niñez en los colegios para ir más allá de los simulacros, frente al incumplimiento de la norma agregó: “Los curadores se han convertido en lavadores de licencias de construcción”, agregó
A su turno, el concejal Nelson Castro argumentó que la norma de sismo resistencia, NSR-10, no tuvo en cuenta la falla geológica Caldas Tear que atraviesa el país desde Bahía Solano hasta Tauramena y que pasa a una distancia de 70 km de Bogotá. Según esa falla Caldas Tear, la zona que más se afectaría con un sismo es la zona por donde pasará la primera línea del metro.
Esta teoría de la falla geológica que fue complementada por el concejal Manuel Sarmiento quien presentó un estudio que afirma que un metro subterráneo se comporta mejor ante un sismo, y que a medida que sea más alta la estructura, hay mayor vulnerabilidad. Las respuestas de la Administración se escucharán en una próxima sesión, junto con las intervenciones de otras bancadas.
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