La Universidad de la Sabana reveló un estudio, donde determina que las barras bravas de los equipos de fútbol están causando daños a la infraestructura de las sedes educativas, y a quienes comparten su espacio en el colegio. Las severas problemáticas se detectaron en el sur de Bogotá, en las localidades de Bosa, Usme y Kennedy.
La investigación, que se realizó en tres colegios distritales de Bogotá, indica que las barras defienden el equipo de su gusto a toda costa, sin importar el daño que pueda causarle a quienes no comparten su preferencia. Siete de cada 10 estudiantes entrevistados están de acuerdo en hacer uso de la violencia para “demostrar el amor a su equipo y hacerlo respetar”.
Los estudiantes encuestados, dicen que en Bogotá hay más de 5000 integrantes de barras bravas entre los 12 y 26 años de edad. El 70% de este grupo está compuesto por menores de edad, que trasladan la violencia y las agresiones propias de las tribunas de fútbol y los grupos de barras bravas, a los salones de clase.
Los barristas han convertido el colegio en campo de batalla, donde organizan encuentros conflictivos entre hinchas, situación que se deriva del consumo de drogas, el alcohol, pintar grafitis y las amenazas entre bandos. El estudio no determina si los profesores, los padres de familia y las autoridades no se enteran de esto, o callan por temor a estos grupos peligrosos.
Tribunal de la no violencia en el deporte
En el año 2013 se redactó un Proyecto de Acuerdo en el Concejo de Bogotá, sin mucho recibo; con el fin de adoptar normas y mecanismos expeditos y eficientes para combatir la violencia desatada por los hinchas, seguidores o simpatizantes de los clubes deportivos que funcionan en la capital del país.
La iniciativa se basa entre otros postulados, con los del padre Alirio Lopez Aguilera , quien fuera director del programa Para la Vida Sagrada y el Desarme, con su propuesta de «Goles en Paz» que pretendía el compromiso de las barras bravas con la hospitalidad, la creatividad y el autocontrol en la fiesta del fútbol, logrando que «los hinchas de las barras bravas entiendan que este escenario es un lugar sagrado, donde se celebra la religión del fútbol y especialmente donde se viene a celebrar la reconciliación».
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