Ante el reciente caso de uso de drogas en un colegio al sur de Bogotá que le costó la vida a un estudiante, los periodistas de Barrios de Bogotá, investigamos cómo el microtráfico utiliza a los niños para transportar la droga fuera de los planteles educativos y filtrarla dentro de los colegios para su expendio.
Claudia* tiene 14 años de edad y estudia en uno de los colegios públicos de Bogotá. Ha probado la droga en varias ocasiones y aunque no se considera una adicta, su familia se enteró que consume droga y buscan tratamiento para ella.
– ¿Cómo llegó la droga a usted?
«Una vez conocí un muchacho como de unos 20 años, cuando salía del colegio y me ofreció unas galletas, se las recibí y otro día me dio plata para el bus para irme para la casa porque me había gastado lo que mis papás me dieron.
En una ocasión íbamos caminando y cuando venía la policía me dio un paquete para que se lo guardara en el bolso porque a mí no me requisaban y a él sí. Afortunadamente no nos pararon y seguimos, pero yo no sabía qué llevaba en la maleta; después me enteré que era droga. En una ocasión me dio a probar y me dijo que no me iba a hacer daño, que era algo que todas las niñas como yo hacían.
¿Qué tipo de droga era?
Primero me dio unas pepas de colores y luego me empezó a dar cocaína en unos sobrecitos y me dijo que si quería ganar plata que la podía vender dentro del colegio ya que me quedaba más fácil a mí hacerlo porque no despertaba sospecha.
– ¿Lo hizo?
Sí claro, él me daba plata por eso.
– ¿No le daba miedo ser descubierta?
Al principio sí, pero luego ya uno aprende a moverse y a esconder la droga para que no se la encuentren y que nadie se dé cuenta. En el microtráfico, ellos nos utilizan como correos humanos para llevar la droga y como somos menores y mujeres, en la calle nunca nos requisan.
– ¿La pillaron en algún momento?
Sí, una vez un profesor me encontró en un baño consumiendo y casi me hace echar del colegio, me dijo que me daba plazo para que lo dejara de hacer o que si no le contaba a mi familia y al rector.
– ¿Usted qué hizo?
Dejé de hacerlo por algunos días, pero yo ya me estaba gustando mucho y como no tenía plata para comprar y a mí por venderla me regalaban la que yo consumía, entonces lo volví a hacer varias veces.
– ¿Le quitó la droga que tenía ese día?
Afortunadamente solo tenía un poquito para mí y me la botó, donde hubiera tenido la de vender y él me la hubiera encontrado, me había tocado pagarla y ahí sí había tenido problemas porque yo no tengo cómo hacerlo.
– ¿Tuvo algún tipo de relación con la persona que le daba la droga?
Nunca, él siempre fue muy respetuoso conmigo, desde el comienzo se portó bien y no me pidió nada a cambio, ni cuando me daba plata o me regalaba la droga al comienzo.
– ¿Todavía vende droga?
Ya no lo hago porque mi familia empezó a ver que me había vuelto agresiva y mi hermana consiguió otro trabajo y nos fuimos a vivir a otra parte de la ciudad y no le di ningún número a ese muchacho, entonces no tiene cómo encontrarme.
– ¿Usted sigue consumiendo?
A veces lo hago, pero ya en la casa se dieron cuenta y están buscando un sitio para internarme y rehabilitarme, pero yo no quiero hacerlo, sé que puedo dejarla así nada más, además que no quiero perder el año en el colegio donde estoy ahora.
– ¿Considera que tiene un adicción?
Para nada, yo no considero que sea adicta a la droga, es algo que puedo manejar sola, cuando la quiera dejar la dejo».
Además de los hechos relatados inicialmente, la Secretaría de Salud reporto otros 5 estudiantes con aparente consumo de droga en la misma localidad de Tunjuelito, dos del colegio José María Córdoba y tres del colegio Rufino José Cuervo, los que fueron valorados por el equipo de salud del Hospital Santa Clara
*Nombre cambiado por seguridad de la menor
Foto: andes.info.ec
Deje su Comentario