Proveniente de una familia de músicos, el actor cubano Alberto Pujol se consolida en Colombia como uno de los mejores tal como lo logró en su país donde es uno de los más reconocidos; pero sin dejar de lado la música y la pintura, otra de sus pasiones, la que considera como su escape, su monólogo.
Hablamos con él de esas pasiones, sus amigos cubanos en Colombia y de su papel de Jacinto Cabello, en la telenovela que narra la vida del cantante Rafael Orozco.
– ¿Cómo une la música, la pintura y la actuación para que sean una sola?
Lo primero fue la música porque vengo de una familia de músicos. Cuando yo salía de mi habitación estaban mis padres con una organeta y tenían un cuarteto que se llamaba “Voces Latinas” y recuerdo siempre la armonía musical. Y eso fue lo que me apasionó toda la vida y con lo que vibré. Hay varias series de televisión con mi música y he hecho discos de canciones infantiles.
La música me hace imaginar a los personajes. Estudié en el Conservatorio Amadeo Roldán. Pero en el edificio donde yo residía, vivía un pintor cubano llamado Luis Martínez Pedro y yo miraba por la ventana los trabajos que el hacía y me maravillaba. Luego, empecé a dibujar y lo que hacía se lo mostraba a él; yo creo que fue mi primer maestro de pintura. Después me dediqué al teatro. Pero me di cuenta que mientras pintaba yo actuaba porque veía en la obra toda la pasión de un personaje.
– Porque estás plasmando lo que no te da el personaje…
Exacto, lo que no está en el guión ni te dice el director. La música es lo que me mueve en el mundo, lo que me permite caminar; no depende tanto de mí, porque da sus giros, en cambio la pintura no, esta inicia en el lienzo y se termina en el lienzo, ahí hay una independencia muy grande.
– Quizás, ¿encontró en la pintura esa independencia que no encontró en la música?
Encontré la manera de decir cosas que no podría decir con palabras y comencé a decir todo lo que tenía guardado, lo empecé a plasmar. Este es el momento que no puedo separar las 3 disciplinas.
– ¿Cómo ve la televisión en este momento en Colombia?
Estamos en un momento clave para la televisión en Colombia; estamos penetrando el mercado mundial con toda la fuerza del mundo, porque el formato en el que tú grabas es compatible con el mundo entero. Hoy estamos compitiendo al nivel que tú quieras.
– ¿Cómo ha sido su desarrollo actoral en Colombia?
Muy difícil. En Cuba he hecho televisión desde niño, pero acá me ha tocado siempre iniciar de cero y no puedo rechazar ningún papel como lo hacía allá. Pero esto ha sido muy bueno como actor, porque le he sacado a cada personaje lo que nadie ve, ni siquiera el director.
– ¿Cómo es tu relación con los demás actores y directores cubanos en Colombia?
Yo admiro a todos los actores cubanos que están aquí que sé que tienen un respeto por la estética colombiana. Por ejemplo, destaco el trabajo de Jorge Cao, porque llegó en un momento que no era tan joven y abrió una puerta muy grande y ha gestado la posibilidad para que se conozca el trabajo de los cubanos, ha sido un bastión muy importante.
Con Lilo Vilaplana nos vemos más seguido que con Jorge, ya que Cao y yo vivimos muy lejos. En el caso de Lilo, nos unen muchas cosas desde antes que estuviera en la posición cimera donde está hoy, nos unen lazos de familia. Nos respetamos mucho desde el punto de vista artístico. Es una persona que ha logrado tremendos resultados, que recurre a un imaginario maravilloso a la hora de conformar una escena; le he dicho en muchas ocasiones que haga cine, porque sé que se puede dedicar al cine con tremendos resultados. Pero en la televisión ha sabido manejar eso de tal manera que su trabajo es cinematográfico.
– Hace cine con la televisión…
Yo creo que Lilo como que se ha proyectado de tal manera que todo lo que hace es bueno. Somos tan amigos que es muy difícil que nos veamos como el actor y el director, pero nos respetamos mucho.
– ¿Cómo asumió su papel de Jacinto Cabello en “Rafael Orozco”?
Este papel no es ni por un segundo lo que la gente está pensando. Cuando era joven había un actor que se llamaba Pedro Rentería y me llamaba mucho la atención su actuación; interpretaba un personaje que se llamaba José y que me marcó para toda la vida. Algo que cualquier actor daría lo que fuera por interpretarlo. En el momento del casting con mi manager Irasema Otero, le dije que iba a proponer este personaje, lo hice y me salió.
Ahí apareció Jacinto Cabello, y pensé: ¿por qué no puedo recurrir a Pedro?. José hablaba así, con la voz un poco fañosa igual que los campesinos cubanos. Increíblemente ahora todos me dicen que es de Urumita (Cesar). Después me di cuenta que la idea que yo tenía de José tiene que ver con Jacinto.
Es un personaje que está en el borde de la comedia y el drama y que pasa por todos esos vericuetos y que en medio de la situación más triste, puede recurrir a la comedia; que siente de una manera muy primitiva. Pero ha sido un trabajo de todos. La gente quiere a Jacinto independientemente que sea un gruñón.
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