Hasta el 12 de noviembre se podrá apreciar en el Centro Colombo Americano de la sede del centro de Bogotá la exposición»Cuando una pintura se mueve… algo debe estar podrido» curada por Paco Barragan.
Relevos parte del concepto de reemplazos sucesivos de artistas, grupos o géneros en distancias o tiempos iguales que dinamizan el ejercicio donde se propone una relación de grupo a manera de un gran experimento. Entre una puesta en escena, exposición, audiovisual y otra; existirá un periodo “relevo” tiempo durante el cual entre el artista entrante y saliente se generara un proceso colaborativo que genera una interesante yuxtaposición. Todo será una gran acción colectiva continua con un resultado por descubrir.
Artistas participantes
Entre ellos están: Ori Gersht del Reino Unido, Mariana Vassileva de Bulgaria, Chus García-Fraile y Enrique Marty de España, Raphael DiLuzio y Tim White-Sobieski de Estados Unidos, Raúl Cordero de Cuba, José Maçãs de Carvalho proveniente de Portugal, Fabián Marcaccio de Argentina, Krisdy Shindler de Canadá y Myritza Castillo de Puerto Rico. Por Colombia están Margarita Vásquez y Camila Echeverria.
Cuando una pintura se mueve… presenta una serie de vídeos que reflexionan de formal, literal o conceptualmente en torno a la idea de la pintura como “pintura en movimiento”. En la sociedad actual, la manera en que recibimos, manipulamos y distribuimosla imagen es completamente nueva debido a Internet, los I-phones, escáners, cámaras digitales.
Este nuevo contexto bien nos permite hablar del concepto “tecno-referencialidad”: ¿cómo se relaciona y se renueva la pintura en el entorno tecnológico y digital de la sociedad actual al tiempo que reflexiona sobre su propia auto-referencialidad?
La exposición aborda de manera novedosa la reformulación de géneros pictóricos tradicionales como el retrato, la naturaleza muerta o el paisaje. Y, curiosamente, la confluencia del vídeo, el perfomance y el entorno digital no sólo han sido capaces de resituar a un medio tan tradicional como la pintura en la vanguardia de los discursos artísticos actuales, sino que también ha permitido recuperar el perdido placer de “mirar” un cuadro obligando al espectador a visionar la narratividad del vídeo hasta su conclusión.
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