Las personas de estratos bajos son poco confiables, esa es una creencia muy arraigada en nuestra sociedad, eso se demuestra por ejemplo, al momento de hacer transferencias de dinero, lo que evidencia que la estratificación socioeconómica de la capital incidiría en la segregación de los hogares.
Esta es una de las conclusiones de la investigación realizada en el marco de un convenio interadministrativo entre la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) y la Secretaría Distrital de Planeación, en la que se buscó determinar si el sistema de estratos puede generar formas de discriminación entre la población bogotana.
Para Francesco Bogliacino, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la U.N., “la idea de clasificar a las familias por estrato, puede inducir a la población a discriminar y así reflejarse en la decisión de contratar a otros, porque los de estratos bajos —en el discurso— están asociados a ciertos tipos de comportamientos”.
Sobre este tema existía evidencia cualitativa, como el uso del discurso de estrato, es decir, la utilización de la estratificación socioeconómica como un prejuicio. Sin embargo, los investigadores de la U.N. abordaron el tema desde una metodología experimental para medir y observar las acciones y posibles patrones de discriminación de la población al relacionarse entre estratos diferentes.
Para esto, se hizo un trabajo de campo en Bogotá con 1.055 personas entre los 25 y 86 años, quienes tenían que tomar decisiones con un componente distributivo, es decir, dar dinero a personas de estratos diferentes —lo que representaría su nivel de generosidad— y tomar decisiones de confianza. Para este caso, los participantes debían hacer transacciones de dinero sin ningún tipo de soporte, basados solo en la confianza en el otro, y fueron divididos en dos grupos: remitentes y destinatarios. Si eran remitentes, recibían 50.000 pesos y debían decidir cuánto dinero querían enviar (desde 10.000 hasta 50.000 pesos) a un destinatario perteneciente a estratos 1-2, 3-4 y 5-6. Si eran destinatarios, entonces debían mencionar cuánto estarían dispuestos a devolver.
Por medio del experimento se concluye que, cuando se trata de decisiones distributivas, la gente no tiene ningún problema en repartir su dinero con personas de cualquier estrato, pero cuando tiene que confiar, sí se ve una tendencia a la discriminación hacia los estratos bajos. La creencia de que los participantes de estrato bajo son poco confiables es un estereotipo: la cantidad de dinero entregado para estos disminuyó, demostrando que los implicados no creían que la contraparte era confiable.
En Bogotá, durante los últimos años, se ha cuestionado la eficacia del sistema de estratificación socioeconómica para calcular los porcentajes de cobro de contribuciones y asignación de subsidios de los usuarios de los servicios públicos domiciliarios. La estratificación se introdujo en un periodo histórico que sirvió mucho para garantizar mejor cobertura, pero en el cual las fuentes de datos eran mucho menores. La investigación revela que estos fenómenos de segregación existen y se debe pensar en una alternativa para eliminarlo.
Este tema es tratado con mayor detalle en el libro «La estratificación en Bogotá: impacto social y alternativas para asignar subsidios», cuyo primer capítulo incluye la investigación de la U.N. En los siguientes se estudian diversos aspectos de este fenómeno, y en el último el distrito propone un nuevo sistema de asignación de subsidios y contribuciones en servicios públicos domiciliarios.
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