Hace 15 años Colombia se conmocionó con el asesinato de uno de los jugadores insignias del fútbol nacional. El defensa de la Selección Colombia y del Atlético Nacional de Medellín Andrés Escobar Saldarriaga. A pesar que se capturó al autor material, hay muchos cabos sueltos aún que no esclarecen por completo el vil crimen del llamado «caballero de la cancha».
Hace poco, en la conmemoración de los 15 años de su partida, el escritor y periodista Ricardo Silva Romero, crítico de cine de la revista Semana y columnista del diario El Tiempo, nos presentó su más reciente publicación «Autogol«, una historia que prueba que el fútbol resume la vida.
La obra no es solo un libro sobre el que podríamos llamar “el mayor espectáculo del mundo” sino la ficción de un acontecimiento fatal que ocurrió en un país en el que todos los días se mata por deporte y a pocos sorprende ya las masacres que ocurren en todos los rincones.
“Creo que el día que nos acordemos de Andrés Escobar de verdad, el día que no deje de estremecernos lo que le pasó, tendremos algo más parecido a una nación”, sostiene el autor.
Ricardo Silva Romero estaba en su casa el 22 de junio de 1994 cuando el defensa de la selección colombiana de fútbol Andrés Escobar metió el autogol en el partido Colombia – Estados Unidos en el estadio Orange Bowl de Miami. Y aunque hizo lo humanamente posible por ponerse de su lado no fue fácil. “Ver partidos de fútbol puede ser peor que ver películas de terror”, asegura el crítico de cine.
Silva Romero también se encontraba en su casa el 2 de julio de 1994 cuando un amigo del colegio lo llamó a contarle que habían matado a tiros a Andrés Escobar. Después confirmó la historia en el Noticiero NTC. Félix de Bedout, que lo presentaba, dijo: «Mal haríamos en decirles buenas tardes. Otra vez Colombia se llena de vergüenza. Andrés Escobar, jugador de la selección Colombia, fue cobardemente asesinado en Medellín».
“¿Qué sentí? Que esa persona no podía estar muerta. Que no podía pasar nada peor. Y que, como había muerto porque sí, tú o yo o el vecino podíamos ser los siguientes”, dice.
Quince años después, Silva hace una catarsis de su dolor y del dolor de todo el pueblo colombiano, de esta tragedia colombiana con Autogol. El epígrafe de la obra es el verso “Yo quiero pegar un grito y no me dejan / Yo quiero pegar un grito vagabundo” de la célebre canción de Guillermo Buitrago.
Su protagonista es un comentarista deportivo llamado Pepe Calderón Tovar, que se queda sin voz en el instante en el que Andrés Escobar marca el autogol que más adelante lo convertiría en mártir nacional. En medio del suplicio, el gordo Calderón entiende que la única manera de recuperar lo que ha perdido es cobrando venganza, y así decide emprender la misión de asesinar al futbolista.
Con una mirada satírica sobre la realidad nacional y con un humor que sabe deslizarse entre la tragedia, Ricardo Silva Romero construyó un personaje a partir de los testimonios que le brindaron varias personalidades relacionadas con el fútbol nacional. Reporteros, comentaristas deportivos y jugadores hicieron un perfil que le sirvió al escritor para dar vida a un hombre que representa la manera en la que la ira y el desasosiego pueden llegar a minar el espíritu de un colombiano tan bueno y tan malo como cualquiera de nosotros.
– ¿Qué tanto tiene en común con el protagonista?
Yo no soy ni gordo ni cincuentón, ni opita ni papá, ni comentarista de fútbol. O sea que en un primer momento no tengo nada que ver. Pero comentar películas, que es mi trabajo diurno, se parece en algo a comentar partidos: todo el mundo cree que uno se está ganando la plata fácilmente, la poca gente que lo quiere a uno igual le tiene envidia y uno no logra crecer todo lo que querría porque está haciendo lo que quería hacer cuando niño: vivir de recreo. O sea que entiendo esa parte. Y entiendo los duelos que el personaje vive porque he vivido cosas por el estilo. Y sé, como todos, lo que es no encajar en ninguna parte. Vivir en fuera de lugar.
– Muchos de los personajes de la novela existen o existieron: Andrés Escobar, Francisco Maturana, los periodistas Hernán Peláez, Fernando Araújo y Eduardo Arias… ¿Por qué decidió que interactuaran en su obra personajes de la ficción con personajes de la vida real?
No fue una decisión tan consciente. Simplemente, eran inevitables. El gordo que me inventé, y que engordé aún más gracias a los aportes de mis encuestados, tuvo que haberlos conocido, tuvo que cruzárselos en ese mundial. No lo dudé. No vi ningún dilema. Siempre, desde que empecé a escribir cosas de este estilo, he sentido que no tiene nada de raro cruzar la realidad con la ficción. La ficción es, como todos sabemos, una manera de digerir la realidad, de hacerla comprensible, de ponerla en términos humanos, como un mapa que resume, como mejor puede, el territorio de un país.
¿Que es un problema que haya gente que no sepa quién es Maturana? No, no lo es. Porque en una ficción todos los personajes tienen que estar en igualdad de condiciones: los reales y los inventados tienen que estar en las mismas páginas y existir sin ningún tipo de muletas. Mejor dicho: el narrador de ficciones, creo yo, y en este punto prefiero decir «creo yo» porque la verdad es que nadie tiene ni idea de qué se debe hacer en estos casos, el narrador de ficciones le hará un favor al lector si no parte de la base de que sabe de qué le está hablando.
Es Autogol una apología al futbolista Andrés Escobar?
No, no es una apología. Es un retrato justo. Yo creo que, para citar a no sé qué Papa, el Andrés Escobar de Autogol es como era el que fue asesinado. ¿Cómo pude retratarlo si no lo conocí? Porque Pepe Calderón Tovar lo conoció muy bien. ¿Y cómo hizo Pepe para conocerlo si él mismo no existió? Bueno, porque investigué, por él, más de la cuenta. Ya lo decía: desde la carta astral hasta todo lo que se ha escrito sobre él me sirvieron para meterme, de vez en cuando, en su cabeza.
– ¿Por qué un campo de juego puede convertirse en un camposanto?
Porque la gente no entiende que es un simple juego y que la vida de otro es otra vida. Porque el dinero se traga, como un monstruo, todos los demás fines.
– ¿Cree que los colombianos nos hemos olvidado de Andrés Escobar?
Creo que el día que nos acordemos de él de verdad, el día que no deje de estremecernos lo que le pasó, tendremos algo más parecido a una nación.
– Piensa que desde una cabina de transmisión un narrador o comentarista puede generar sentimientos de violencia y odio en los hinchas?
Sí y mucho. Desde hace bastante rato los narradores se han convertido en figuras públicas que mueven sentimientos y masas y la gente les cree mucho, entonces hay que tener mucho cuidado con lo que se dice al aire porque esto puede generar más violencia y esa es la que nos sobra, ya tenemos bastante en nuestro fútbol. Hay que ser tolerantes.
Autogol se encuentra en todas las librerías de Bogotá y está editado bajo el sello editorial Alfaguara.
Entrevista y foto con la colaboración de Giuseppe Caputto.
ASI TAMBIEN DEBERIA PASAR CON LOS JUGADORES DE LA SELECCION PERUANA,,, AVER SI TIENE MIEDO Y PONEN ALMA CORAZON Y VIDA
QUE MUERAN UNOS CUANTOS,,,HASTA LLEGARIAMOS SER CAMPEONES MUNDIALES
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