Un recorrido de la Personería de Bogotá por los barrios Lucero Alto, Medio y Bajo, evidenció la ausencia de algunas entidades de la Administración distrital, que se traduce en insalubridad, inseguridad y peligro inminente de derrumbe a pocos metros de la Avenida Boyacá, al sur de la ciudad.
La problemática nace en el barrio Lucero Alto, donde sus habitantes, escrituras en mano y pregonando la legalidad de sus propiedades, han construido casas de hasta dos niveles a pocos pasos de las rondas de las quebradas Piedra del muerto y San Juan del baúl; otras, incluso, han levantado sus predios encima de dichas fuentes de agua.
A lo largo del recorrido en la parte media de la montaña, sector de Lucero Medio, la Personería halló sumideros completamente taponados por residuos sólidos y tierra, provenientes de la parte alta del barrio. Esos sumideros, que atraviesan la vía vehicular, están completamente taponados, así como los sumideros laterales. A esta infraestructura urbana, al parecer, no se le hace mantenimiento (destaponamiento) desde hace más de dos años.
En la parte baja de la montaña, sector de Lucero Bajo, a pocos pasos de la Avenida Boyacá, que se encuentra más alta que los linderos del barrio, se observa que, para tratar de evitar las constantes inundaciones, los moradores del sector tienen que poner barreras físicas bajo las puertas, donde encajan tablas con los marcos de las mismas y las tacan con toallas higiénicas y medias veladas para evitar la filtración del agua que viene de la calle.
Así, las corrientes de agua que bajan del barrio Lucero Alto inundan a las de Lucero Bajo que se encuentran con una Avenida Boyacá más alta que los linderos del barrio. El problema se agrava con la construcción de la troncal de Transmilenio en este sector, pues eso elevará los carriles centrales y muy probablemente provocará en el futuro inundaciones de mayores proporciones que las actuales.
En efecto, al interior de los predios de esa zona, las aguas se devuelven por los sifones y se mezclan con aguas servidas (negras), generando un reflujo que contiene residuos orgánicos humanos. En la parte trasera de algunas de esas casas, los excrementos, cadáveres de perros, colchones y otros elementos, circulan entre la fetidez que ya forma parte del paisaje de niños y ancianos que no tienen otro lugar a dónde ir.
En la parte baja del barrio, un bien del espacio público adquirido por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), y donde se construyeron un puente peatonal y un cabezal de tubería del acueducto, fue invadido hace más de 20 años por los propietarios de una pescadería, un lavadero de automóviles y una cafetería. A un lado se observan alrededor de 150 llantas que fueron arrojadas por desconocidos.
Además de la invasión de ese espacio público hay un problema en el área del cabezal del acueducto; allí, el muro en que desemboca el puente peatonal está siendo utilizado como sanitario público, con el impacto ambiental que ello acarrea y que agranda el problema pues, además, existe a escasos dos metros una venta ambulante de productos de plaza de mercado, supuestamente porque la que se acondicionó para ese fin quedó mal hecha.
Uno de los temas que más llamó la atención de la Personería es el que tiene que ver con el cobro que hace la EAAB a los usuarios por concepto del servicio de aseo y alcantarillado, cuando ellos no gozan de ese beneficio. De hecho, los camiones recolectores no pasan por la zona, entre otras cosas porque tampoco tienen por dónde transitar; sin embargo, hay usuarios a quienes el recibo les ha llegado por más de un millón de pesos, de los cuales $250 mil aparecen como cobro correspondiente al servicio de aseo.
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