El Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, en compañía del Subsecretario de Asuntos para la Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Secretaría Distrital de Gobierno, Hugo Ernesto Zarrate, presentaron a la ciudadanía un vehículo aéreo no tripulado (Dron) construido por ingenieros de Tunja y Cartagena. Este vehículo realizará funciones de vigilancia y seguridad, adicionalmente, será usado para identificar emergencias, efectuar controles ambientales y de movilidad.

Acerca de esta nueva tecnología Gustavo Petro afirmó: “Este es un ejercicio civil contrario a los fines militares, pues en ningún momento vulnerará la privacidad de la ciudadanía, sino todo lo contrario se convertirá en el garante de la vida y el bienestar de quienes viven en Bogotá”.

El artefacto aéreo podrá utilizarse en las siguientes situaciones: un evento de gran envergadura en el que existan riesgos que se puedan identificar desde el cielo, cuando hay actividades ilegales en los perímetros de la ciudad (la minería ilegal por ejemplo) o cuando un ladrón ingresa a una vivienda, ya sea en la noche o en el día. “La diferencia con las líneas 123 es que si el dron detecta algo envía la señal directamente a los cuadrantes de Ciudad Bolívar. Envía un video en tiempo real y esto permite una reacción inmediata”, explica Zárrate.

Sobre el uso de estas tecnologías, que aún no están reglamentadas en el país, el Alcalde Mayor de la ciudad agregó que solicitará formalmente al Gobierno Nacional un marco regulatorio para las mismas, con el fin de implementar a futuro mejoras en monitoreo y seguridad para los bogotanos.

Por el momento y, durante un periodo de 90 días, este Dron operará en un plan piloto en la localidad de Ciudad Bolívar, el cual será llevado a cabo por personal de 123 Emergencias NUSE y del que se espera arroje resultados exitosos en materia de prevención y seguridad.

En América del Sur, Brasil, Chile, Ecuador, Argentina y Venezuela cuentan con drones. Sin embargo, se han presentado problemas por la ausencia de una legislación que regule hasta qué punto estos artefactos pueden convertirse en armas para espiar.