Dos largos años tuvieron que pasar para que una encopetada águila de páramo volviera a adornar los cielos de los cerros orientales capitalinos con su majestuoso vuelo. A mediados de octubre de 2010, la Policía Ambiental y Ecológica le hizo entrega a la Secretaría de Ambiente de un águila de páramo de edad juvenil, que presentaba una alta aceptación y adaptación al ser humano.
El águila, con plumaje opaco y pocas habilidades de caza y vuelo, fue entregada voluntariamente por un ciudadano en el Terminal terrestre del Salitre de Bogotá, quien primero la alimentó con carne y luego se la entregó a las autoridades policivas.
Inmediatamente, el ave ingresó al Centro de Recepción de Fauna Silvestre de la SDA, donde día y noche expertos aunaron esfuerzos para poder recuperarla totalmente, rehabilitarla y de esta manera poder reintroducirla a su hábitat natural, el páramo.
A diario, zootecnistas, veterinarios, biólogos y cuidadores de la SDA observaban desde una pequeña rendija el comportamiento del ave. Así, contaron el número de vuelos que hacía de pecha en percha y el tiempo que demoraba en cazar su alimento.
Poco a poco, su sucio y afectado plumaje empezó a mudar, para luego mostrar plumas desarrolladas, brillantes, fuertes y limpias. Luego de tantos días y noches de espera, la libertad dijo presente, y esta noble pero imponente ave volvió a nacer, a volar y a reinar.
El cerro Cruz Verde, ubicado en los cerros orientales de la localidad de San Cristóbal, fue el escogido como el lugar del gran acontecimiento, ya que es un sitio donde conjugan todas las condiciones necesarias para que la majestuosa águila se desenvuelva a cabalidad, y de paso cumpla la función dentro de la cadena alimenticia animal.
Desde tempranas horas de las mañana, los profesionales de la Secretaría de Ambiente y de la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) se alistaron para trasladar al ave desde las instalaciones del Centro de Fauna en Engativá hasta el sitio escogido.
Los frailejones, la niebla, el viento y unos tímidos rayos de sol se peleaban los primeros lugares para presenciar esta victoria de la naturaleza. Entre tanto, los nervios, la ansiedad y la alegría se plasmaron en los rostros de aquellos que durante este largo tiempo se encargaron de recuperar al águila.
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