No estaban todos los que eran, pero eran todos los que estaban. Faltaron pocos y en realidad no sobraba nadie. Representantes del alto gobierno, también los de la administración que se fue, miembros de distintos sectores sociales y, en la parte de atrás, estaba el pueblo que desde temprano empezó a desafiar la instalación de vallas que impedían ver de cerca al nuevo guardián de la ciudad.
“Petro, amigo, el pueblo está contigo”, gritado varias veces sirvió para que apenas 10 minutos después de iniciado el acto de inauguración lograra “tumbar el muro” y se juntaran en democracia los encorbatados invitados y las perfumadas asistentes con los Juan Pueblo que llegaron desde distintas localidades de la ciudad.
Líderes comunales, presidentes de organizaciones de base, sindicatos y diversas comunidades se pasaron por la faja la “obligatoria” tarjeta de esquela, con delicada caligrafía, que a lo largo de las dos últimas semanas distribuyeron con lista y firma a lo largo y ancho de la ciudad los mensajeros y que debió quitar muchas horas a los encargados de protocolo para invitar y confirmar a los invitados.
Ahí estuvieron los unos y los otros, achucharrados todos por el sol canicular, salvo aquellos que tuvieron la fortuna, como si se tratara de la primera obra del nuevo alcalde, de quedar en una de las dos carpas grandes que los protegió de lo que ya es el anuncio anticipado del verano inclemente que traerá otras consecuencias distintas a las que dejó el invierno.
Lo cierto es que el nuevo alcalde, Gustavo Petro, hizo en el acto posesión y juramento de su cargo, en la Plaza de Bolívar, con buena asistencia de seguidores y contradictores, propuestas que ya no son promesas sino anuncios de gobierno y que van desde el respeto por el agua, pasando por el desarme y la prohibición de portar armas porque lo primero es preservar la vida, hasta desestimular el uso del carro, evitar el rapto de las empresas públicas del Distrito, garantizar más y mejor educación e impulsar la ciencia y la tecnología para transformar la sociedad del conocimiento.
Por lo menos 20 puntos abordó Petro de manera perentoria para notificar a los bogotanos los puntos centrales que ejecutará en los tres años y 364 días que le quedan para gobernar. Quedó la sensación que apenas cogió el timón del barco que va a capitanear, el nuevo capitán hizo sentir que sabe lo que quiere, pero sobre todo que necesita que los tripulantes de esta gran ciudad sean los primeros que se deben acomodar para asumir los cambios de transformación que va a liderar.
Agua como sinónimo de vida, redensificación de la ciudad, 72 mil viviendas en el periodo de gobierno, proyecto de regalías de los tres páramos. Chingaza, Guerrero y Sumapaz, descontaminación del río Bogotá no sobre la tarifa, sino sobre contaminación, estímulos tarifarios a comunidades que descontaminen y uso de las aguas lluvias en las construcciones, son algunas.
También notificó la arborización de la ciudad con participación de los mismos ciudadanos, estímulos al uso de vehículos eléctricos, creación de la Secretaría de la Seguridad, prohibición del porte de armas, un nuevo modelo en la salud, planes de nutrición para la niñez, mil jardines infantiles, colegios gratuitos, 6 sedes en el occidente de la ciudad para la Universidad Distrital, rescate de la ETB y hacer realidad la Ley de víctimas, son los otros temas mencionados.
Grandes anuncios dejó en todo caso el alcalde Petro como cuota inicial de los debates que vendrán en el Concejo y, por supuesto, en distintos sectores de la sociedad que se moverán unos para apoyar y otros para oponerse. Habrá que ver que tan comprometidos están sus electores en rodearlo y si predomina el concepto de lo público sobre los intereses económicos que se empezarán a mover para mantener sus privilegios. Habrá que ver.
Por Jorgeá Sánchez Vargas
Foto: EFE. elheraldo.co
Deje su Comentario