– «La propuesta levantó polvero»: Expresión escuchada en un programa radial, a escala nacional. En Cuba y Venezuela, el término polvero significa «gran cantidad de polvo». Pero en Colombia no se usa tal palabra en ese sentido. En cambio sí se emplea «polvareda» que significa lo mismo: «Gran cantidad de polvo que se levanta de la tierra, agitada por el viento o por otra causa cualquiera».
Y, en términos coloquiales, equivale al efecto que causan entre las gentes los dichos o hechos que las alteran o apasionan. Como en la oración del ejemplo. Conclusión: La oración del ejemplo, en materia semántica, no levanta polvo.
– «…especialmente el famoso apartamentazo»: Locución empleada para significar que durante una semana no hubo asaltos a apartamentos, en una ciudad de Santander. Como el término «apartamentazo» corresponde al lenguaje empleado por los hampones, es decir, a la jerga de los bajos fondos, no es recomendable emularlos en tales estilos verbales. Ahora bien, si el término fuese castizo significaría ‘golpe asestado con un apartamento’, lo cual es inverosímil. Porque las terminaciones en ‘azo’, generalmente, denotan efectos de una acción contundente con algo o sobre otro algo o alguien (manotazo, pelotazo, tortazo…).
– «Retomamos nuevamente»: Pronunciada por una veterana locutora, en Bogotá, esta expresión es redundante. Retomar es tomar de nuevo, por segunda vez, algo que había quedado en suspenso o suspendido. Y «nuevamente» equivale a otra vez. Caben, entonces, dos alternativas para evitar tal redundancia: «Retomamos el tema»; «Abordamos nuevamente el tema». Pero no los dos vocablos en forma simultánea.
– «Detallitos pequeños»: Expresión semejante a la anterior. También existe redundancia. Si ‘detallitos’ es el diminutivo de detalles, sobra advertir que esos detalles son pequeños. El diminutivo da, con precisión, la idea de pequeñez. Aunque en algunos casos, ciertamente, el diminutivo se refiere a expresión de cariño, de aprecio: Amorcito; corazoncito, mamacita, etcétera. Ese, sin embargo, no es el caso del ejemplo. Son detalles pequeños para tener en cuenta a la hora de hablar y escribir. O detallitos que tiene el idioma cervantino.
– «Callesen, corrasen, salgasen…»: Mientras dedicamos un artículo especial para hablar de los pronombres proclíticos y los pronombres enclítico, anotamos algo sobre los términos en cita: Comúnmente se incurre en tales irregularidades lingüísticas al agregarse una ene (n) al final de algunos verbos. Es un error muy notorio, por cierto. Se evita si la persona que duda de cómo expresarse, formula, primero, una oración imperativa (puede ser mentalmente): Quiero que se callen, quiero que se corran, quiero que se salgan.
De lo que podrá preguntarse: ¿Qué es lo que quiere? Que se callen; que se corran; que se salgan. Y lo dirá imperativamente: ¡Cállense!; ¡Córranse!; ¡Sálganse! Viéndolo más sencillamente, la ene (n) que antes estaba de intrusa al final del verbo, ha pasado a «sentarse» antes del pronombre personal ‘se’. Este toma ahí el nombre de enclítico. Fijémonos, además, que en los ejemplos no hay tildes, lo cual es error. Todas las tres palabras (cállense, córranse y sálganse) son esdrújulas, por tanto, se tildan en la antepenúltima sílaba.
Por: Jailo Cala Otero
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