Cuatro perros de las razas pastor alemán, pastor belga y labrador, conforman el primer escuadrón canino de Bogotá capacitado para detectar las especies de animales silvestres más traficadas al interior del país, como tortugas, boas constrictor, monos, loros y guacamayas.

La Secretaría de Ambiente y la Policía Nacional se encargó de adiestrar a estos canes para rastrear estas especies, que son camufladas hábilmente por los traficantes de fauna ilegal para comercializarlas en la capital del país.

Este escuadrón canino tendrá su centro de operaciones en las terminales de transporte de Bogotá, el aeropuerto ElDorado y las plazas de mercado, donde se realizaran los procedimientos en coordinación con la Secretaria de Ambiente.

Estos canes estarán acompañados por cuatro guías caninos, quienes recibieron capacitación en manejo, extracción y comercialización de especies de fauna silvestre y su normatividad, además del sistema de adiestramiento canino.

La ventaja de estos hombres es el dominio y conocimientos en temas relacionados con este fenómeno, ya que provienen de los departamentos con mayor afectación y donde se presenta la extracción de especies, como Chaquetá, Chocó, Arauca y Putumayo.

El proyecto unidad canina en detección de especies silvestres surge como iniciativa para contrarrestar la problemática actual relacionada con la extracción y tráfico ilegal de fauna silvestre, principalmente especies en vía de extinción. Las autoridades ambientales contarán con la ayuda de los caninos como una herramienta efectiva para localizar especies extraídas de manera ilegal y clandestina de los bosques, zonas de reserva y zonas protegidas del territorio colombiano.

Tráfico silvestre: el segundo más rentable

Según un estudio realizado por la INTERPOL, organismo de cooperación entre las autoridades policiales del mundo, el tráfico de vida silvestre ya alcanzó el segundo lugar en el mundo entre los comercios ilegales, luego del narcotráfico y superando, incluso, al comercio ilegal de armas.

Cada año, sus ventas producen unos 17.000 millones de dólares ($10.000 millones por fauna silvestre y $ 7.000 millones por maderas de bosques principalmente tropicales.

Este tráfico ilegal afecta anualmente a 40.000 primates, 1 millón de orquídeas, 3 millones de aves, 10 millones de reptiles, 15 millones de mamíferos y 350 millones de peces tropicales. Una guacamaya puede costar 1.500 dólares y una rana venenosa de las selvas húmedas del Chocó 1.000 dólares en los mercados asiáticos.

A esto se suma el hecho de que en Colombia cada año desaparecen 90.000 hectáreas de bosques, lo que significa que cada seis minutos se pierde una hectárea, y con ella la vida animal y vegetal que allí existió. Si los bosques tropicales se continúan destruyendo al ritmo de los últimos 50 años, en 120 años habrán desaparecido para siempre.

La mayoría de los animales y las plantas silvestres que son comercializados en el mercado ilegal son utilizados con fines distintos: industria de la moda, para la elaboración de adornos; y en la práctica de supersticiones, para la medicina popular o como mascotas. La composición del tráfico de fauna en Colombia, de acuerdo con los decomisos que se realizan, es: 59% reptiles, 16% aves, 5% mamíferos y 20% otras especies, algunas sin identificar.